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martes, 3 de marzo de 2015

PROXIMA 25 - VERANO (Extinción) / marzo 2015

En el excelente Wildstorm Spotlight nro.1, el guionista Alan Moore toma a Mr. Majestic, un personaje inmortal, con súperpoderes, y lo pone en el fin del Universo, lo enfrenta a la entropía, a las estrellas que se apagan y a la vida que se extingue sin remedio, y lo reúne con un puñado de dioses y seres inmortales, para emprender una huida en busca de los últimos resabios de vida, luz y calor, porque como dice Lady Eucrastia: “Mientras hay sangre, hay esperanza”.
Apocalipsis grandes o pequeños, planetarios o personales. De algún modo, siempre estamos viviendo el fin de los tiempos. La idea del colapso inevitable parece aterrarnos y fascinarnos en igual medida. Nos atraen los eventos ligados a la extinción; estallidos devastadores, catástrofes inconmensurables, el fin de toda una especie que se apaga junto con el universo, o que simplemente desaparece en el olvido, como un árbol que cae sin que nadie lo escuche caer.
Supongo que nos preocupa ser efímeros, pensar que nuestras grandes luchas, nuestras pasiones y mezquindades estén destinadas a perderse en la nada. Aquello que George R. Stewart plantea en su gran novela: “los seres humanos van y vienen, la Tierra permanece”.
En Los genocidas, de Thomas Disch, la invasión extraterrestre es como la entropía que enfrenta Mr. Majestic: no hay modo de vencerla. Se parece a la de los Ellos, siempre fuera de alcance, pero su método de reforestación es más efectivo que gurbos y cascarudos; ni siquiera hay un Juan Salvo, héroe solitario o grupal, que pueda plantear una contraofensiva. Nada puede hacerse más que posponer al inevitable final.
Quizás eso es lo que más nos asusta. La inevitabilidad. Aquello sobre lo que no tenemos control ni defensa posible. Y lo único que sabemos con absoluta certeza que va a sucedernos alguna vez, a nosotros y a todos, todo, lo que conocemos, lo único realmente inevitable, es la Muerte.
Sabemos que corremos una carrera perdida, sabemos que eventualmente Ella ha de alcanzarnos, pero seguimos haciendo todo lo posible para retrasar ese momento cuanto podamos y para que al final, cuando no haya más alternativa, al menos podamos irnos pensando que nuestra presencia en el mundo no fue en vano.
Dicen que el único propósito de la Vida es perpetuarse. Como especie, como cultura, reproducimos ese impulso en innumerables formas. Tal vez eso es lo que nos mueve desde el principio, desde que aprendimos a hablar, desde que empezamos a reunirnos en torno al fuego. Contamos historias para luchar contra el olvido, en un esfuerzo por persistir y reafirmar, para convencer y convencernos de nuestra propia existencia. Quizás no parezca mucho frente al frío de la nada, pero lo es.
También podemos pensar que tal vez, como en el comic de Moore, haya un último giro, una sorpresa que al final resignifique todo desde el principio.
Pero, por las dudas, hagamos que cada segundo cuente.
Laura Ponce